Los luteranos formamos parte de la primera iglesia protestante que emergió, primero en Alemania, como resultado del movimiento de reforma iniciado por el monje agustino Martín Lutero.
A todos sus seguidores, quienes fuimos separados de la iglesia oficial de entonces -la Iglesia Católica Romana- se nos llamó luteranos.
A todas luces, Martín Lutero fue el genio y el héroe de esa trascendental y profunda revolución teológica, que sacudió los cimientos de la autoritaria Iglesia Romana.
Las iglesias luteranas en la actualidad contamos con 66 millones de adherentes, en 78 países del mundo.
A los grupos regionales luteranos se nos conoce como distritos o sínodos. Se eligen delegados a las convenciones nacionales, y en tal capacidad actúan como "la iglesia".
Nosotros los luteranos
• Los luteranos reconocemos que la autoridad final está en las congregaciones locales, las cuales, a su vez, transfieren parte de esta autoridad a las iglesias nacionales.
• Entre los luteranos, la forma de culto y la liturgia son muy semejantes a las de la Iglesia Católica, de la cual Lutero conservó varias cosas. Sin embargo, Lutero puso énfasis en la doctrina del "sacerdocio de los creyentes". Con esto se entiende que el cristiano, individualmente, tiene acceso ante Dios y recibe su gracia salvadora. Lutero rechazó los otros "sacramentos" de la iglesia Católica, por considerar que Cristo no los estableció.
• Asimismo, los luteranos creemos en que cada cristiano es "santo", no en el sentido de que es perfecto, sino en que por la gracia de Dios progresa hacia la santidad.
• Además, tenemos fe en que el hombre necesita ser rescatado, y que la salvación es un don, un regalo de Dios. Es por ello que creemos que cuando el hombre quiere ser salvo y cree en Cristo, Dios viene al hombre y lo salva. Sólo Dios puede salvarnos. A este respecto, el sacrificio de Cristo en la cruz es suficiente y completo.
• Los luteranos creemos en la doctrina de la Santísima Trinidad; creemos también en el cielo y el infierno, como los lugares y estados finales de quienes mueren en Cristo y de quienes mueren sin el perdón de sus pecados.
• Por otra parte, los luteranos no reconocemos al Papa de Roma como la cabeza visible de la iglesia cristiana, ni como el sucesor de Pedro en la institución del papado. Pero sí mostramos un gran respeto a todas las demás iglesias de la cristiandad.
• En cuanto al divorcio, a los medios artificiales de anticoncepción y otras cuestiones de índole social, consideramos que la iglesia no es una sociedad legisladora, sino una agencia mediante la cual el Espíritu Santo moldea y dirige las vidas cristianas en su crecimiento hacia la santidad.
• Práctica y doctrinalmente, creemos en la separación de la iglesia y el Estado. Unánimemente nos hemos opuesto al nombramiento de embajadores ante el Vaticano. No obstante, participamos activamente en el movimiento ecuménico para que las diferentes denominaciones del cristianismo histórico se entiendan, se relacionen y cooperen entre sí.