Iglesia Luterana Costarricense

una iglesia sin paredes.

VIH-Sida dentro de la misión integral de la ILCO.

lazoLa Iglesia Luterana Costarricense (ILCO), se ha propuso aprender, dialogar y actuar en pro de asumir dentro de su misión integral el tema del VIH/sida, el cual  no sólo representa un problema de la salud pública, sino que es un problema social, cultural, económico, político y espiritual, que pone en evidencia la realidad de la ignorancia, la indiferencia y el miedo que están en la base de la exclusión y la discriminación que sufren las personas que viven con VIH y sida.

Esta misma realidad, además se ha convertido en un obstáculo para una educación sexual integral que incluya información sobre la realidad y las posibilidades de prevención con respecto a la pandemia.

La misión de Dios en el contexto de la epidemia del VIH y del sida.

“El mensaje y la realidad de la misión de la comunidad cristiana en el mundo con VIH incluye la promesa de la esperanza que Dios hará todas las cosas nuevas (Apocalipsis 21:5). Transformación y justicia, reconciliación e inclusión, calidad de vida y empoderamiento de la realidad que vivimos con la epidemia del VIH son signos del Reino que queremos que venga” (Krüger, René y Orlov, Lisandro, 2006)
 
Muchas veces, cuando se escucha información sobre VIH y sida, se reciben malas o no muy alentadoras noticias. Muchas de ellas tienen que ver con la falta de acceso a tratamiento en muchos lugares del mundo, el aumento de los números de la epidemia en poblaciones que no habían sido muy afectadas, los altos costos de los medicamentos antirretrovirales, el estigma y la discriminación que sufren las personas que viven con VIH y sida.
 
Frente a esta realidad, se deben construir y evidenciar buenas noticias, iniciativas que, cargadas con la fe, la esperanza y la caridad cristianas han implicado que personas, organizaciones, iglesias, estados estén apostando por la vida y no teman enfrentar discursos conservadores y represores. Más bien asumen una actitud de denuncia ante las injusticias y se convierten en abanderados de la promoción y defensa de los derechos de las personas, desde una perspectiva de respeto, responsabilidad y libertad.
 
Las iglesias – aunque muchas veces quieran aparentarlo- han optado ante la realidad del VIH/sida. Algunas han optado por el silencio, otras por posiciones más asistecialistas, otras por discursos represores contra la apertura en el abordaje de la sexualidad y la prevención (más aún cuando se habla abiertamente de prácticas sexuales y el uso del condón) y otras han optado por la defensa de los derechos de las personas que viven y conviven con VIH y sida, sabiendo que es parte de la misión divina y del mensaje cristiano la defensa de la vida, la dignidad humana y la denuncia de todo sistema que se base en la opresión.
 
Desde la posición de la ILCO, existe un llamado a insertarse en el último modelo de opción mencionado. Este modelo, desde esta lectura, tiene como misión la construcción del Reino de Dios como tarea cristiana, como una visibilización activa de la gracia y como una invitación constante al encuentro con las personas que sufren exclusión y que más requieren el mensaje esperanzador: La Buena Nueva.
 
La misión de la iglesia frente a la epidemia.

“La iglesia quiere seguir el camino de la vulnerabilidad de Dios en el amor incondicional por este mundo con VIH y con sida tal como se revela en la encarnación, la cruz y la resurrección; y ser un testimonio vio de la presencia real de Cristo en este lugar y en este tiempo histórico. Esta misión no es opcional sino que forma parte de la naturaleza de la comunidad cristiana” (Krüger, René y Orlov, Lisandro, 2006)
 
La misión de la iglesia es la encarnación. Tal como se encarnó Jesucristo en la historia, así las “ondas” salvíficas del Evangelio deben transmitirse en al acción de las comunidades de fe. Esta acción no es un “activismo” desvinculado de la realidad y de su espiritualidad. Todo lo contrario, la acción es una visibilización de la gratuidad de la gracia. Un anuncio de la salvación para todos/as y una advertencia constante hacia los mecanismos que excluyen y discriminan.
 
La realidad de la pandemia del VIH y sida enfrenta a quienes se llaman “cristianos/as” a la imperiosa necesidad de luchar contra todo signo de desesperanza, explotación y exclusión. Esta misión es liberadora, y en tanto liberadora, está basada en la verdad, porque solo la verdad, decir las cosas como son y responsabilizarnos por ello nos hará libres (Juan 8:32). Los tabúes sociales, la verdad sobre los sistemas de dominación y sus intereses, así como el conocimiento responsable y científico deben ser datos que acompañen la acción de la iglesia, misma que está llamada a imprimir de espiritualidad y energía salvífica esta lucha que no es solo de las iglesias, sino que es responsabilidad de todos/as.
 
De esta manera, este llamado a la acción encarnada en la realidad nos llama a:
• La transformación en el contexto de la epidemia del VIH y del sida. Esto no implica convertir o transformar a otros/as, sino más bien convertirnos como iglesias para dar respuesta a las problemáticas desde la realidad objetiva de las personas que sufren.
 • La reconciliación en el contexto de la epidemia del VIH y del sida. No implica una reconciliación basada en la culpa y la vergüenza o una reconciliación interesada para obtener acceso a la salvación, significa más bien la restauración de las relaciones entre Dios y con todos los humanos y las humanas. La comunidad creyente trabaja en su transformación para fungir como instancia liberadora de la injusticia y la opresión, liberándose a si misma de actitudes de estigma y discriminación.
 • Empoderamiento en el contexto de la epidemia del VIH y sida. La comunidad de fe es empoderada para convertirse en signo del amor incondicional de Dios. La iglesia se empodera para empoderar a quienes han sido despojados de sus derechos y a quienes no se les reconoce su dignidad y libertad. Es un poder no al servicio de la opresión, sino de la caridad y la solidaridad, en tanto todas y todos somos llamados/as a la plenitud de la gracia.
 

La Comisión de Diversidades de la ILCO, como una manera de iniciar y potenciar su camino de transformación, reconciliación y empoderamiento, necesarios para una adecuada encarnación en la realidad, mantiene relaciones con instancias que defienden derechos de poblaciones tradicionalmente excluidas. Estas organizaciones contacto son:
 •
Humánitas: Fundación que protege derechos de personas que viven con VIH/SIDA por medio de acciones de apoyo, y de albergue a personas que viven con VIH y SIDA, así como acciones formativas dirigidas a diversas poblaciones. Financia sus acciones por medio de donaciones y de aportes de la Iglesia Católica del país. Han mantenido una línea ecuménica en tanto la Iglesia Luterana y la Iglesia Episcopal, entre otras han hecho contacto y han aportado algunas acciones en el espacio de Albergue. •
ASOVIHSIDA: Organización que asocia a las personas que viven con VIH y SIDA, para la defensa de los derechos y la promoción de la salud física y mental. Se financian con algunos fondos del Fondo Global, donaciones y otros aportes, sin embargo, han expresado que los recursos son limitados para mantener los costos administrativos del proyecto. •
Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos, CIPAC: Organización que promueve y defiende los derechos de las personas de diversas opciones sexuales. En uno de sus proyectos, que tiene que ver con la prevención de la transmisión del VIH en los hombres que tienen sexo con hombres, reciben financiamiento del Fondo Global. •
ASOCIACIÓN AGUABUENA: Organización que defiende los derechos (énfasis en trámites jurídicos) de las personas que viven con VIH y SIDA. Se financia por medio del aporte de agencias donantes. •
Movimiento Diversidad: Movimiento que pretende desarrollar incidencia política para el respeto y validación de derechos de personas con diversas opciones sexuales.
 
Además, la ILCO tiene representación en el Mecanismo Coordinador País (MCP). A la fecha es la única iglesia u organización religiosa que está presente en este mecanismo, el cual es el encargado de las presentación de propuestas nacionales al Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, además, elige al Beneficiario Principal, vigila la ejecución del proyecto, evalúa el rendimiento de los programas y garantiza el vínculo entre el proyecto y otros programas de asistencia.
 
Otra instancia nacional en la que se tiene representación es en la Mesa Intersectorial de Derechos Humanos (MIDDHH), misma que aglutina organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la promoción y defensa de los derechos humanos, con el fin de articular experiencias formativas y tomas de posición ante problemáticas nacionales vinculadas a la defensa de derechos.
 
(Algunas ideas de este artículo han sido tomadas de: “Para que puedan vivir” editado por René Krüger y Lisandro Orlov, publicación auspiciada por la Federación Luterana Mundial y el Instituto Universitario ISEDET, 2006, Buenos Aires, Argentina)

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