Iglesia Luterana Costarricense

Hacia una comprensión eclesial del “Acceso Universal”

Por medio de un comunicado de prensa, con fecha 06 de septiembre, el Consejo Mundial de Iglesias pidió el acceso universal a tratamientos y la acogida a personas con VIH. La declaración desafía a las iglesias a un mayor compromiso para combatir la pandemia y a acoger a estas personas en sus comunidades.

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AccesoUniversal.doc


“Toda persona que vive con VIH y SIDA debería tener acceso a los tratamientos brindados por la ciencia médica y las iglesias deben abogar por esta idea”.

Las iglesias están llamadas a revisar sus propios discursos y denunciar cuando se detecten en la sociedad prácticas o palabras que atenten contra la dignidad de las personas con VIH y Sida, quienes por lo general enfrentan dolor, miedo y rechazo, muchas veces de parte de personas que deberían protegerles, incluidas las iglesias. No se puede ser realmente evangélico si se es cómplice del estigma y la discriminación.

Muchas veces, estas actitudes de algunas iglesias o parte de ellas, se debe a la ignorancia y las indiferencias. Es por ello que se debe velar por tener programas formativos y el acceso a los y las miembros de los grupos a información actualizada no solo para prevenir nuevas infecciones, sino también para asegurar el acceso universal de las personas con VIH y Sida a comunidades de fe inclusivas, armoniosas y respetuosas de la dignidad, en consonancia con una perspectiva de derechos que materializa los principales valores del Evangelio.

Por lo tanto el Consejo Mundial de Iglesias, exhorta a las iglesias a "continuar jugando un papel crítico en la superación de la pandemia mediante respuestas que estén matizadas por la compasión y cualificadas por la competencia".

Todos y todas requerimos el acceso universal a información confiable, más allá de juicios moralistas basados en el temor, la vergüenza y el miedo. Superar estas formas patriarcales de entender la realidad, será una vía más rápida y sincera para acercarnos a la realidad de las personas con VIH y Sida, así que como a las personas que por ignorancia o indiferencia se creen alejados de esta realidad.

Las iglesias deberían ser el lugar de la inclusión por excelencia, un espacio para la defensa de derechos y la acogida efectiva y afectiva de las personas que viven con VIH y Sida, más allá de las creencias religiosas de las personas y siempre asegurando el acceso y el derecho a una espiritualidad.

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