Iglesia Luterana Costarricense

Trabajo con mujeres

De la mano a la corriente que reclama sus derechos en las Iglesias, en la Sociedad y en la política, nos sumamos a la causa impostergable de promover la reflexión en las relaciones entre mujeres y hombres desde un punto de vista ético basado en la justicia y en las enseñanzas de Jesucristo.


Percibiendo que la Igualdad de Género es una condición necesaria pero no suficiente para la emancipación de las mujeres y que no es suficiente para eliminar la discriminación y opresión de los sectores socialmente excluidos de la sociedad, entendiendo que estas tareas innovadoras sólo son posibles en el marco de una transformación ideológica y política, tanto personal como social, y que esa transformación no va a producirse en una isla de mujeres solas -a pesar de que somos la mitad de la humanidad y ocupamos el porcentaje de participación más alto en nuestras iglesias- hemos invitado a los compañeros, esposos, hijas y padres a unirse a nosotras, a reflexionar en los aspectos de justicia y equidad todavía tan ausentes de las relaciones entre hombres y mujeres.

Desde nuestra particular perspectiva, trabajamos por mejorar "las condiciones de posibilidad" para el ejercicio de los derechos enseñándoles a las mujeres, las herramientas jurídicas para elevar sustancialmente la calidad de vida.

De construir y reconstruir es el camino hacia el reconocimiento de la complicidad con las diferentes opresiones es un momento doloroso y transformador en la vida personal y grupal. Es el inicio de cuestionarse y cuestionar, proponerse y proponer la diversidad.

Como todo tiene relación con todo, el impacto comienza a relacionar lo público con lo privado, lo económico con lo religioso, y viceversa.

Conocer, denunciar y proponer alternativas frente a la relación entre religión patriarcal y cultura vigente hacen que las mujeres entren en otra dinámica.

La revalorización del cuerpo y de lo cotidiano como punto de partida, como fuente de verdad, ubica a cada una desde un lugar diferente para buscar respuestas. Descubrir el propio cuerpo perdiéndole el miedo, definiéndolo no sólo como reproductor, permitiéndose hablar de placer y no de espíritu, es darse cuenta de que ya no se está a gusto con las certezas que nos han enseñado, porque ellas nos dejan en un segundo lugar que ya no se desea.

El desnaturalizar la vida de las mujeres como designio de Dios irreversible y mostrar las diferentes construcciones culturales lleva a preguntarse sobre la marginación en el ejercicio del poder, es descubrir la violencia ejercida en la marginación de la toma de decisiones en la propia vida y en la vida de los seres que las mujeres tenemos a nuestro cargo. Al mismo tiempo que descubrimos que no sólo somos víctimas pasivas sino que, en diferentes niveles, colaboradoras de los sistemas que denunciamos, nos preguntamos cómo podemos cortar nuestra complicidad en la recreación del patriarcado.

La equidad y la eliminación de la pobreza no dejan de ser una utopía; ni las tendencias globalizantes de la economía, ni los avances de la ciencia y tecnología han logrado, ni prometen hacerlo, cerrar las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres y fundar sociedades en las que tener una vida digna no sea privilegio de pocos.

Desde la libertad de conciencia, estamos convocadas y convocando a una revolución de valores, a la construcción de una ética concebida como reflexión de valores y normas desde una visión holística del mundo, enraizada en las realidades vitales de las personas, sin exclusiones, basada en la justicia, que surge de todas las marginadas de la pobreza, el sexo, la raza, por el credo o por todo ello a la vez.

Supone preservar una sociedad donde el contexto sea el respeto mutuo, la libertad y no el autoritarismo y la imposición. Una ética construida a partir de la resistencia de las mujeres al patriarcado, valoradas y reconocidas plenamente en la Iglesia y en la sociedad, una ética que favorezca una vida más plena, una nueva humanidad, donde se reconozca la capacidad moral de las mujeres para tomar decisiones.

El trabajo con la mujeres ha sido vital en lo que respecta movilizar a la comunidad y son la más activas promocionando las celebraciones, los estudios bíblicos, los cursos sobre medicina natural, corte y confección, manualidades y pintura.

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