Iglesia Luterana Costarricense

una iglesia sin paredes.

MUJERES JUNTAS para crear UNA CULTURA DE PAZ

25 de Noviembre Día contra la Violencia

La Teología Feminista, a partir de textos bíblicos, ha venido luchando contra toda forma de opresión hacia la mujer. Desde esta teología se ha querido romper el silencio de las mujeres sobre su propia vida e historia e intensificar los esfuerzos en su lucha contra la discriminación, el abuso y la violencia y así promover una Cultura de Paz.

Nombre de autor: Lilia Jiménez. Comisión de la Mujer


Para que las mujeres tomen la vida en sus manos y puedan defenderse en un mundo hostil deben crearse espacios que les permita acceder a una formación teológica sólida en su contexto local y actual. Para alcanzar esta meta las iglesias deben de ayudar a las mujeres a romper el muro del silencio que las paraliza y hacer una llamada a la misión profética y a un trabajo más profundo con la Biblia, ya que los que proyectan un mensaje de subordinación, culpabilidad y desvalorización de la mujer dicen basarse en la Biblia.

Tenemos que reconocer que la Biblia es portadora de una mentalidad patriarcal donde la mujer es considerada como subordinada y con frecuencia inferior. La formación al discernimiento y a la justicia moral son también un deber. De ahí la urgencia de encontrar nuevas interpretaciones de los textos bíblicos para corregir esta visión negativa de la mujer. Estos pasos constituyen ya una resistencia a todo lo que hiere y frena a la mujer en su lucha contra la violencia.

Para vencer la violencia se deben abarcar todos los sectores de la vida, desde las tradiciones que marcan la vida de la persona hasta el anuncio del evangelio de Jesucristo. Esta nueva percepción implica un cambio de mentalidad empezando por la de ellas mismas. Debe aceptarse como ser humano, amado y querido por Dios. También tiene que saber que el mundo está hecho para ella y que tiene el derecho de vivir aquí plenamente y prohibir toda expresión que tienda a minimizar su feminidad.
La Iglesia debe de comprometerse a despertar conciencias y a interpelar a todas las personas susceptibles de caer en la trampa de la violencia. Muchos agresores tienen una orientación religiosa que incluye un modelo jerárquico de relaciones entre el hombre y la mujer. El hombre debe dirigir y dominar; la mujer debe estar sujeta al hombre. Esta mentalidad religiosa especialmente atrae a individuos de personalidad rígida, que quieren seguir esquemas simplistas para guiarlos en sus relaciones con otras personas.

Muchas iglesias enfatizan la importancia de que las personas entren en una relación personal con Dios y la comunidad creando un sentimiento colectivo de pertenencia a una gran familia, sin embargo en muchos casos se desarrolla una familia de tipo patriarcal, donde unos cuantos hombres dirigen a todas las demás personas. En estos casos una mujer no puede entrar jamás en el círculo dirigente, por más consagrada y capaz que sea.

Dentro del marco doctrinal de algunas iglesias se enseña acerca de la pareja y la familia, en donde el hombre debe ejercer la autoridad y el liderazgo en el hogar, y la mujer y los hijos e hijas deben someterse a él. De esta manera una iglesia orienta a sus miembros para que establezcan un gobierno patriarcal en la casa. También se nos enseña en el ámbito cristiano que debemos perdonar siempre, y esta enseñanza es manipulada para que contribuya a mantener una situación de violencia contra la mujer, quién debe perdonar su agresor, permitiéndole seguir con el abuso.

Es importante señalar que para nosotras, mujeres cristianas, la Palabra de Dios acogida en la oración y vivida en la vida cotidiana, sigue siendo el apoyo por excelencia de una no-violencia activa y por lo tanto de la espiritualidad de la resistencia. En la medida que las mujeres salgan de la invisibilidad y del silencio, serán capaces de tomar sus propias decisiones, sus derechos al cuerpo y ejercer una sexualidad responsable.
La lucha de la mujer contra la violencia y una cultura de Paz, es un combate que también concierne a los hombres porque se trata de luchar juntos contra las estructuras que favorecen la violencia.

"En Cristo no hay ni judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gál. 3.28)

Fuente: Corresponsal

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