La elaboración y ejecución de la liturgia por parte de la juventud de la Iglesia generó una ambientación ideal para la introspección y la reflexión. Esta dio inicio con una bella invocación trinitaria en donde se hizo uso de música, velas y otros símbolos logrando un matiz especial entorno al misterio trinitario. Esta parte de la invocación cerró con la interpretación del Gloria en la hermosa voz de la joven sueca Cathrine. El devocional transcurrió con oraciones y cantos que fueron preparando el momento para la reflexión conjunta.
La reflexión se construyó a partir de dos textos. Primero el texto profético de Jeremías 1: 6-10 y el segundo fue una dinámica de figuras humanas, unas con sus ojos cubiertos, oídos tapados y sus manos atadas. En general se conversó sobre todo aquello que encadena a las personas y no les permite vivir una vida plena. En especial se trataron aspectos psicosociales y socioeconómicos que frecuentemente afectan a las personas jóvenes.
Asimismo se discutió como el espíritu profético nos empuja a cuestionar todas aquellas ideologías que excluyen y atan a las personas. Se señaló la urgencia de generar alternativas a favor de la dignidad humana y la inclusión de todos los mundos posibles en el proyecto de amor y de justicia que se nos presenta en el mensaje liberador de Jesús.
El devocional finalizó con una narración que muestra una enseñanza en torno a la necesidad de tomar conciencia de las situaciones injustas a escala mundial y nacional. Así también se hizo un llamado al compromiso en la construcción de un mundo en donde quepan todos y todas. Este devocional de la juventud finalizó con una serie de plegarias en torno a las personas jóvenes, la niñez y el medio ambiente.
Fuente: Participación