Tratando de ofrecer una alternativa ante el modelo asistencialista y vertical tradicionalmente asumido por la mayoría de las iglesias, y con la finalidad de acabar con el temor a lo diferente y la interpretación descontextualizada de las Sagradas Escrituras, nace la Comisión de Diversidades de la ILCO. Sus principios pretenden la reconciliación, el amor, pero nunca el juicio y la condena.
No basta con que las iglesias y los/las cristianos alrededor del mundo lean la Biblia. Es imperativo leer los signos de los tiempos. Leer la Biblia sin la vida es un ejercicio incompleto, que generalmente ha estado al servicio de la opresión de los/las poderosos/as sobre los/las débiles. De esta manera, se podría decir que la Biblia puede ser usada para liberar o para oprimir. Es liberadora su lectura, cuando se asume su mensaje desde una perspectiva de la gracia, en la cual nada ni nadie puede motivar la exclusión, la estigmatización, en tanto todas las personas están llamadas a la salvación.
La realidad de exclusión de las personas es un dato que no puede pasar de largo a la vista de quienes se llaman cristianos/as. Es una realidad que interpela las bases mismas del Evangelio y el proyecto de vida construido por los primeros cristianos/as con base en el mensaje de Jesús.
En un primer momento, algunos grupos, iglesias y organizaciones, ante esta realidad han vuelto su vista sobre todo a los y las pobres. Más tarde, se han ido identificando poblaciones excluidas no solo por los efectos de la riqueza mal repartida, sino también por los efectos nocivos de la dominación cultural y política (dominaciones que siempre tendrán bases económicas), entre ellas están las poblaciones indígenas, campesinos/as, migrantes, las mujeres, las niñas y los niños, las/los adolescentes, etc.
En este siglo, sin embargo, es posible, gracias al trabajo de visibilización y lucha realizado por varios grupos, evidenciar la exclusión de otras personas, sobre todo por motivo de orientación sexual (gays, lesbianas, transgénero, bisexuales), prácticas sexuales (trabajadoras/es comerciales del sexo); salud (personas que viven o conviven con VIH y sida, personas con infecciones de transmisión sexual, o problemas con problemas de abuso en el consumo de sustancias psicoactivas).
Todas las exclusiones mencionadas tienen sus bases en el sistema patriarcal imperante. Sistema milenario, irrespetuoso y globalizado en el que quienes detentan el poder se han apropiado de la posibilidad de juzgar conductas como “buenas” y “malas” desde parámetros heterocéntricos, masculinos, racionales y radicales.
Esta exclusión, es un verdadero reto para la vida de las comunidades cristianas. Hoy más que nunca, parte del testimonio requerido, implica la posibilidad de abrir la mente y el corazón para dialogar con madurez y claridad sobre temas que por muchos años han estado cubiertos de miedo y de culpa, desde la ley patriarcal del silencio. Es hora de que las comunidades se encuentren con “otras ovejas”, que no son tan “otras”, sino las personas que están en el corazón del mensaje de Jesús. De esta manera se podrá hablar de una conversión plena de las personas y las iglesias hacia una sociedad más justa, igualitaria e inclusiva.
Dado lo anterior, los principios teológicos y pastorales para el trabajo en el tema de VIH y sida, así como para el trabajo con poblaciones tradicionalmente discriminadas desde el patriarcado heterocentrista, son:
• Se toma en cuenta el pluralismo existente en nuestra comunidad, respetarlo y trabajar desde las realidades diversas de las personas consideradas “diferentes”.
• Respeto a la autonomía de las personas. Se debe potenciar el pleno ejercicio de los derechos humanos y civiles de las personas
• Defensa integral de los derechos, oposición a toda forma de estigma o discriminación. La Buena Nueva implica reconciliación y amor, nunca juicio y condena. (Orlov, 2005:4)
Además, se parte de los siguientes principios bíblico–teológicos, que se basan en el abordaje que la Federación Luterana Mundial ha propuesto para el tema de la atención de personas que viven con VIH y sida:
• Justicia: Las personas excluidas y estigmatizadas, no esperan compasión. Esperan apoyo en la defensa de sus Derechos Humanos. La Iglesia Luterana Costarricense propone asumir una actitud de denuncia frente a cualquier estigmatización, discriminación, exclusión o prejuicios que afecte la dignidad de las personas.
• Conversión: Se pretende una apertura a un diálogo abierto, honesto e incondicional con las personas tradicionalmente excluidas. Eso implica revisar los conceptos teológicos y prácticas pastorales de la Iglesia en sí misma.
• Integración: La temática de la diversidad y de la exclusión, no ha sido asumida integralmente por muchos sectores sociales, incluidas las iglesias. Interpelados ante esta realidad, se asume el desafío de integrar e integrarnos con todas las personas de buena voluntad, independientemente de que sus condiciones de vida, les haya costado el estigma y la discriminación.
NOTA ACLARATORIA: Se ubican en este apartado algunas ideas en torno a la diversidad sexual, no porque se considere que la población GLBTT, sea más vulnerable que otras poblaciones a la epidemia del VIH/Sida, sino porque se cree que el reconocimiento de la diversidad y la lucha contra la homofobia, son pasos necesarios para el desarrollo de nuevas actitudes y para una educación sexual integral, premisas necesarias para la prevención efectiva. En un futuro cercano y de acuerdo a un proceso de reflexión, se espera tener en línea una sección dedicada a la diversidad sexual.