A continuación el aporte de la Iglesia Luterana Costarricense con motivo del lanzamiento de la campaña !Actúa! del Movimiento Diversidad, el 25 de junio de 2007. Como representante de la iglesia estuvo el Pastor Magnus Hedqvist, quién comparte una Misión que pretende hacer de nuestar sociedad un lugar más inclusivo.
Nosotros como iglesia, desde la tradición cristiana todavía estamos realmente dando el primer paso, en admitir y reconocer nuestra parte de la culpa de la marginación, la discriminación y la estigmatización que han sufrido y sufren ahora miles, por no decir millones, de personas alrededor del mundo, incluso en Centroamérica y este país, por el solo hecho de vivir o convivir con el vih. El rol de las iglesias en general en este tema no ha sido algo para estar orgullosos. . A veces por solo ser pasivas, a veces por mostrar y practicar actitudes moralistas y condenatorias, las instituciones religiosas hemos contribuido al sufrimiento en vez de combatirlo, incluso muchas han sido verdaderos obstáculos para una educación sexual integral y sincera.
Existe en una gran parte de nuestras instituciones religiosas una confusión grave acerca de nuestra misión, en cual nos hemos confundido la autoridad por el amor que representa el mismo Jesucristo, y la autoridad por ejercer poder. En vez de seguir por el camino angosto del corazón, de ponernos al lado de cada persona necesitada y en su servicio, nos hemos ido por el camino ancho de buscar poder y influencia sobre los demás. ¿Esto es por ejemplo de Jesús? Verdad que no. Nunca nos enseña Jesús el Nazareno construir instituciones de poder, ni tener opiniones de temas como la sexualidad de las personas, si no es por prácticas dañinas o de alto riesgo. Solo con una lectura bastante descontextualizada se puede opinar más que esto.
No obstante, nosotros que formamos la iglesia de Cristo en el mundo a menudo hemos optado por este camino equivocado de poder, y de allí viene mucho del rechazo y el sufrimiento que han vivido y viven ahora personas y grandes poblaciones de nuestra humanidad. Y para esta noche el ejemplo más actual es lo del vih y sida. El error imperdonable de transformar un diagnostico médico en un juicio moral, por el simplemente estar relacionado este virus en gran parte con practicas sexuales. Sin embargo, lo mismo pasaba en el tiempo de Jesús. Por ignorancia la gente, incluso los funcionarios religiosos, consideraban las personas enfermas impuras castigadas por DIOS y entonces pecadores. Se las expulsó de la sociedad, forzándolas vivir ocultadas sin protección ninguna, negadas hasta el derecho de relacionarse con otros seres humanos. Una vez tras otra transgrede Jesús las normas de su sociedad, mostrando lo inhumano en este tratamiento, denunciando la injusticia. Y él nos llama hacerlo mismo. Nos llama a actuar.
Hay muchas maneras de actuar, es cierto. Se puede esperar de las iglesias sobre todo lo que tiene que ver con cambiar las actitudes, trabajar los valores, defender los derechos de cada persona, y por supuesto: transmitir el mensaje a toda persona, del amor incondicional de DIOS, independiente de su diagnóstico médico, su orientación sexual, su estilo de vida. Al participar en la discriminación, de personas viviendo con vih entre otras poblaciones, las iglesias las hemos negado, o por lo menos dificultado, una dimensión fundamental de su vida: la dimensión espiritual.
En este sentido estamos comprometidos, todos y todas que nos queremos llamar seguidores del mismo Dios, a promover la vida en toda su diversidad, tomando en serio el mensaje de Pablo de que todos formamos un solo cuerpo de cual ningún miembro puede decirle a otro “No te ocupo, no eres bienvenido, mejor que te vayas”. Como declaró el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias el año pasado: “En un sentido muy real, todos estamos conviviendo con el VIH y el SIDA. Nos separamos de Dios y del amor de Dios si hablamos de “ellos” y “nosotros” cuando nos referimos a las personas que conviven con el VIH y el SIDA o a las que son más vulnerables a la infección.”*
Entonces, para concluir: todas las personas formamos un solo uno, donde debe haber igualdad, respeto y dignidad para todas y todos.
* Declaración sobre la respuesta compasiva de las iglesias al VIH y al SIDA por el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias, reunido en Ginebra, Suiza, del 30 de agosto al 6 de septiembre 2006.