Iglesia Luterana Costarricense

¿Qué podemos esperar del Papa Francisco?

La voz del Obispo de Roma puede influir en al menos mil millones de personas que se consideran católicas. Esta es una realidad que Josef Stalin pretendió eludir cuando cínicamente preguntó: “¿Cuántos batallones tiene el Papa?” Por ello, un Papa que comienza hablando y actuando con énfasis diferentes a sus antecesores, es motivo de interés y de reflexión aún para quienes no somos católicos.

El argumento de que en el mundo hay otras cinco mil millones de personas que no pertenecen a la Iglesia de Roma, no desvaloriza la importancia de quien es electo para dirigir la iglesia más grande y poderosa de la Cristiandad.

El Papa Bergoglio inició su pontificado con gestos y palabras llenas de simbolismo, tendientes a generar fe, esperanza y caridad. Las sombras del pasado fueron relativizadas con el testimonio autorizado de Adolfo Pérez Esquivel, el cual declaró que Bergoglio no había sido de los Obispos cómplices de la dictadura. Leonardo Boff asume este testimonio y, así mismo, uno de los dos jesuitas presuntamente “abandonados” por el sacerdote Bergoglio, manifestó “haberse reconciliado con su pasado”, a la vez que pidió la bendición divina para el nuevo Papa.

El consenso general apunta a un hombre austero y sencillo, abierto al diálogo ecuménico, conservador en doctrina y en materia de género y sexualidad, pero aparentemente dispuesto a trascender el formalismo y ritualismo romanos. Y hacer reformas!

Hacen falta reformas profundas para “purificar el Templo” de la públicamente denunciada corrupción de un significativo sector de la curia romana, de los mecanismos históricos de protección y ocultamiento de eclesiásticos pedófilos y abusadores en muchos países y, al mismo tiempo, avanzar en el deseo expresado por el Papa Francisco de que la Iglesia Católica sea “pobre y para los pobres”. Para ello, tendrá que pasar del gesto simbólico a la acción concreta. Si sus palabras no trascienden el discurso, probablemente lo canonizarán a la vuelta de unos pocos años, por haber devuelto un “rostro simpático y bonachón” a la Jerarquía más patriarcal –homofóbica, misógina, conservadora y derechista- del mundo.

Si la Iglesia de Roma, impulsada por el Papa Francisco, inicia reformas verdaderas que la vuelvan más cercana a los pueblos, al “grito de los excluidos”, a las causas de la paz, de la libertad, de la libre determinación, de colocar siempre a las personas por encima del Mercado, del Dogma, de la Tradición; que la vuelvan más libre de la influencia de los Poderes de este mundo, más austera y sencilla, desapegada del poder medieval y de las pompas renacentistas, ya este inicio sería por sí mismo un milagro que devolvería la fe, la esperanza y el amor a millones de personas.

Si lo hace, probablemente le esperan al Papa Francisco y a su Iglesia, tiempos de difamación y de persecución que empezarán en el seno de su propia Iglesia, pero podría generar grandes olas de solidaridad transformadora con la causa de las y los Pobres del mundo, con la Causa de Jesús.

En cualquier caso, la plena y equitativa inclusión de las mujeres en la vida de la Iglesia Católica, la revisión de la visión sobre la sexualidad y las diversidades sexuales desde una hermenéutica bíblico teológica cercana al Espíritu de Jesús y la superación de las concepciones patriarcales en la iglesia romana, posiblemente tendrán que esperar al menos hasta el próximo siglo. Para que el milagro sea completo.

Autor: Pastor Carlos Bonilla

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