La Iglesia Luterana Costarricense, que por 30 años ha acompañado a sectores vulnerabilizados de nuestra sociedad, Mujeres, Indígenas, Migrantes, Personas con VIH, Personas LGTBQ, manifiesta su preocupación por las crecientes manifestaciones de odio y violencia en el transcurso del actual proceso electoral.
La evidente polarización de nuestra sociedad alrededor de temas como la familia, el matrimonio, el género y la sexualidad, provoca peligrosos excesos en el discurso público y en las acciones cotidianas, que avivan temores, inseguridades y decepciones en la ciudadanía.
Al comenzar la Cuaresma, lamentamos profundamente la actual escalada de expresiones machistas, homofóbicas, misóginas, y xenofóbicas, acompañadas de criterios que no se sustentan ni en la ciencia ni en la Palabra de Dios. Lamentamos sobremanera que estas expresiones movilicen a algunos grupos cristianos e iglesias que han optado por atrincherarse en enfoques fanáticos e intolerantes que anuncian condenaciones y muerte en vez de proclamar VIDA Y ESPERANZA. Un pueblo educado, pacífico y apasionado por el Evangelio no puede rechazar el mayor de los mandamientos: amar a Dios y al prójimo como a sí mismo; no debe insistir en la irresponsabilidad de alimentar intransigencias que destruyen el legado de Paz, Equidad y Solidaridad que como nación hemos heredado.
Cuaresma es, en nuestra Iglesia, una oportunidad para reflexionar, celebrar y bendecir el encuentro con la Diversidad de la Vida, donde imperan valores de respeto, acogida solidaria, gracia y misericordia del Dios de la VIDA, que es sobre todos y para todos. Los procesos electorales pasan, sin embargo, las heridas abiertas por el odio y la violencia que experimentamos no se sanan con facilidad.
En este delicado momento, nuestra Iglesia Luterana reafirma su compromiso con los vulnerabilizados, y empobrecidos de la sociedad, y toda vida históricamente excluida y condenada; sentimos que en esta opción profética nos encontramos con la cruz de Cristo. Reafirmamos además nuestro compromiso de acogida a toda persona que se sienta perseguida, amedrentada e insegura, pues es la vocación que recibimos de Jesucristo, de la cual somos sus testigos.
Pastor Presidente Gilberto Quesada
Iglesia Luterana Costarricense