En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre:
Un momento para llorar,
y un momento para reír.
Un momento para estar de luto,
y un momento para estar de fiesta.
Quizá no sea yo quien mejor describa quien fue Lilliam Jiménez, ya que hay tantos quienes le conocieron mejor y muchos más años que yo, pero como mujer puedo dar fe y testimonio de que su fuerza y lucha nos contagió a cada momento de su existencia.
Ella fue quien de primero me animara en mi vida laboral, poco después de conocerme y me alentó a nunca perder la fe y mucho menos la esperanza.
Esa fue la Lili que conocimos, que valoramos y que amamos. A quien extrañaremos cuando sigamos “sacando pecho” para defender todas aquellas causas en que creemos, aunque parecieran lejanas o imposibles.
Nuestra Lil partió hoy, pero nos dejó un gran legado en construcción y desarrollo, no dejarlo morir, será nuestro compromiso.