Iglesia Luterana Costarricense

Mons. Romero: Un hombre de gran fe en Dios

El domingo 23 celebramos el glorioso Domingo de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Concluimos la Semana Santa sintiendo el regocijo de la resurrección del moreno de Nazaret, a esa gran celebración le siguió otra gran celebración: de la vida de Mons. Romero.

Rev. Héctor Fernández
Instituto Ecuménico Diaconal "Esteban"
San Salvador, El Salvador, Centroamérica

archivo-34La peregrinación en la cual participamos, convocada por la Coordinadora Ecuménica de la Iglesia de las y los pobres CEIPES de la cual somos parte, salio de la histórica y popularmente Capilla del Hospitalito (lugar donde fue asesinado Mons. Romero) concluyó en la Cripta de la Catedral metropolitana (lugar donde se encuentran los restos mortales de Mons.) alegres caminamos con fe y esperanza en Dios, con cariño, aprecio y respeto al pastor, profeta y mártir. Todos/as nos movilizamos por convicción y fe en el Dios de la vida. Algunas personas que provenían de lugares muy alejados habían salido de sus hogares, por sus propios medios, desde las dos de la madrugada.

Iglesia de base, Comunión Comunidad, pueblo de Dios que da evidentes muestras de disposición a la renovación, al refrescamiento de lo que significa ser Iglesia de Jesucristo en este país. Todos/as caminando, unidos/as en la fe y la esperanza en el Dios que resucito al moreno de Nazaret y que hace posible que Mons. Romero viva en el corazón pero sobretodo en las luchas justas y las esperanzas de su pueblo

Fue muy evidente y esperanzadora la participación de muchos jóvenes, provenientes de lugares cercanos y alejados de la capital, la gran mayoría de escasos recursos económicos y de gran riqueza en su fe en Dios y amor al prójimo.

Mons. Romero fue evangelizado por su pueblo, logro ver el sufrimiento del pueblo y se hizo parte de ese sufrimiento, su fe, su convicción como discípulo de Jesús lo condujo a desarrollar el rol profético, las amenazas a su persona fueron constantes y en medio de una situación tan difícil el pronuncia aquellas palabras dichas con mucha fe: "Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño" [marzo, 1980] estas palabras salieron de la boca de un siervo de Dios, tienen un profundo sentido de fe y de esperanza en Dios.

Hoy volvemos a la cotidianidad, al estudio, al trabajo, renovados/as, fortalecidos/as en nuestro caminar.

La realidad es desafiante, la grave situación económica actual, hace mas graves aun las ya enormes dificultades para vivir dignamente en este país, los políticos de uno y otro perfil nos hacen promesas, la verdad es que para salir de esta nefasta situación solo podremos hacerlo como Pueblo de Dios, unidos/as luchando por convicción e incansablemente por la justicia que produzca verdadera paz.

Estemos seguros/as que en nuestras luchas estarán siempre presentes: el moreno de Nazaret, Mons. Romero todos/as las personas que por su fe les quisieron quitar la vida, pero Dios con su gran Espíritu de amor les ha dado vida, viven en cada uno/a de nosotros/as, va a nuestro lado construyendo a cada paso signos y señales del reino.

Imagenes cortesía Rev. Héctor Fernández

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