Este domingo 31 de octubre en horas de la noche la Iglesia Luterana Costarricense llevó a cabo el Culto de Conmemoración de la Reforma Protestante.

Recordar el talante profético de los acontecimientos vividos en el siglo XVI es una forma de actualizar la memoria subversiva de Jesús que en toda época y lugar pone en evidencia las distorsiones del mensaje evangélico. Jesús anunció que la semilla del Reino ya estaba presente.

Un reino para los marginalizados, de mesas abiertas, de denuncia del pecado estructural y de anuncio de una nueva creación. Paul Tillich explica el principio protestante:

"El principio central del Protestantismo es la doctrina de la justificación por la gracia, lo cual significa que ningún individuo y ningún grupo humano puede pretender una dignidad divina por los logros morales, por su poder sacramental, por su santidad, o por su doctrina.

Si, consciente o inconscientemente, ellos pretenden tal cosa, el Protestantismo exige que sean desafiados por la protesta profética, que da a Dios solamente la absolutez y la santidad y niega cualquier pretensión de orgullo humano.

Esta protesta contra sí mismo sobre la base de una experiencia de la majestad de Dios constituye el principio Protestante (Tillich 1957, 226)."

La misa tuvo un aforo limitado debido a la coyuntura que atraviesa la ILCO y por la pandemia COVID 19, se hicieron presentes ministros, ministras y misioneros de la Iglesia Luterana Costarricense, de la Iglesia Evangélica Luterana de Costa Rica (habla alemana) y personas laicas de comunidades de fe. Durante la misa se compartieron emotivos mensajes, y se reafirmó la misión y visión de la ILCO en el contexto costarricense.

El pastor Erick Umaña en su prédica hizo un llamado a la autocrítica para seguir siendo una Iglesia reformada siempre reformándose:

“En esta noche debemos reflexionar si todavía somos la Iglesia de la Gracia que pregona el mensaje de Jesucristo: “vengan a mí que les haré descansar” en el regazo de la gracia del amor inclusivo. ¿Todavía somos la iglesia profética que denuncia a los opresores e incide políticamente a favor del bienestar de los empobrecidos y excluidos? ¿Todavía somos la Iglesia de la misión integral, en donde el ministerio de palabra y sacramento hace sinergia con la diaconía? ¿Somos la Iglesia que acompaña las luchas y esperanzas de la sociedad civil?

Porque la santificación desde una perspectiva evangélico-luterana es el reconocimiento de la presencia oculta de lo divino en y a través de las realidades seculares. Es una experiencia de fe y amor en medio de las esferas de la vida social: política, economía y religiosa. Por eso, hay que cuestionar la noción de santidad que concibe a la Iglesia encerrada en el templo en búsqueda de fórmulas para competir en el mercado religioso”