“No le temo a la tierra, ni le temo al rostro del trabajo duro; le temo a mis manos vacías y al hambre de mis hijos”
Por todas partes, a pie, a caballo, en la parte de atrás de un camión; con sus hijos en la cintura o agarrados de la falda; en botas de hule, chancletas o lo que mejor tengan en sus pies. ¡Vamos para la reunión decían! Se acercaban los beneficiarios del proyecto.
Pero, ¿de quiénes hablamos? ¿de qué proyecto hablamos? El Proyecto de Reactivación Agrícola de la Zona de Alta Talamanca tiene como objetivo reactivar la producción agrícola y capacitar a la población en el tema de desastres y agricultura orgánica técnica.
Según explicó Gabriela Mora, miembro del equipo de coordinación del proyecto, se pretende brindar ayuda a las familias que fueron afectadas por las inundaciones de diciembre de 2004 y enero de 2005 mediante donación de semillas de plátano y banano que les permitirán reactivar sus fincas, así como un programa de capacitaciones guiadas a permitir que la población beneficiaria mejore la productividad y rentabilidad de su trabajo, se organice y se prepare para otra eventual inundación. “La idea es reactivar una hectárea por familia”, añadió Mora.
Inundaciones
Para Diciembre de 2004 y enero de 2005 la Zona del Caribe costarricense se vio afectada por las mayores inundaciones reportadas desde 1970.
Esto debido a las fuertes lluvias que provocaron el desbordamiento de ríos como La Estrella, Chirripó, Bananito y Sixaola.Durante esos meses los pobladores se enfrentaron a la destrucción de sus hogares y cultivos, sin contar los días que pasaron sin agua potable y sin alimentos. En ese momento la ayuda que podía brindar la Comisión Nacional de Emergencias, junto con otras organizaciones del Estado no era suficiente.
Sin embargo, al quedar atrás la lluvia comenzaron a aflorar otras inquietudes, pues los aguaceros provocaron severos daños en cultivos, casas, infraestructura comunal y carreteras. En ese momento lo que la gente pedía con mayor insistencia era ayuda para levantarse del golpe que les propinó la naturaleza.
Proyecto por etapas
La ayuda a las poblaciones de Alta Talamanca se organizó en tres etapas:
La primera se desarrolló en los meses de enero y febrero después de las inundaciones que afectaron a la zona durante el final del año 2004 y principios del 2005.La Comisión Nacional de Emergencias, junto con otras organizaciones incluidas la Iglesia Luterana y la ACT, entraron a la zona con el objetivo de repartir víveres a los pobladores.
Para la segunda etapa se planteó el proyecto de reactivación agrícola en el cual se organizó a algunos miembros de las comunidades y la Iglesia Luterana repartió semillas de banano y plátano entre familias que habían perdido sus cultivos por causa de las lluvias.
Esta ayuda estuvo complementada por una donación departe de otras organizaciones que constó de un equipo de herramientas necesarias para la producción agrícola. Con esta etapa, los primeros beneficiarios comenzaron a trabajar la tierra y a reactivar sus plantaciones de banano orgánico.
Sin embargo, la necesidad de beneficiar a más familias hizo que el proyecto entrase en una tercera etapa, en la que se planteó una nueva compra de semillas y un ciclo de capacitaciones con el fin de preparar a los beneficiarios en el tema del cultivo de banano orgánico.
De igual manera, se contempla preparar a la población en el tema de desastres lo que les dará mayores armas para protegerse en una eventual inundación y reducir los daños causados por la misma.
De esta forma, se pretende ayudar a 200 familias de las comunidades de Orochico, Sepekue 1 y 2, Mojoncito, Sibodi y Cachabri; par que reactiven sus plantaciones de banano orgánico para un total de 200 hectáreas de cultivo.
“Hasta este momento llevamos 168 familias, por lo que todavía hay ciertos espacios. Pretendemos alcanzar la meta de 200 familias antes de que comience la etapa de capacitaciones, pues en esta otra etapa la idea es que todos se integren completamente”, aseguró Gabriela Mora.
Organización comunal
Toda esta ayuda, aunada al acompañamiento sistemático que ha venido realizando el equipo coordinador, ha promovido en la población el entusiasmo y la responsabilidad por darle continuidad a este trabajo y a organizarse.
De esta forma pueden brindarse ayuda mutua y hacerle frente a muchos otros temas, como por ejemplo, la mejor colocación de sus productos en el mercado, tema que ya se ha empezado a colar en las conversaciones.
“Nuestra idea es trabajar con la población para crear una comunidad organizada, una comunidad que sepa cómo enfrentar las emergencias que siempre ha habido y que van a haber en el futuro seguramente”, aseguró Marcos Rodríguez durante una de las reuniones del proyecto realizada en Sibodi.
De igual forma piensa Enrique De la O, miembro también del equipo coordinador, quien explicó a los beneficiarios que hay otras situaciones que se pueden presentar, como la colocación del producto.
“Yo pienso que si se está organizado y capacitado eso permite entonces pronunciarse para que el asunto del mercado no sea un obstáculo. Eso puede ser una emergencia en el futuro si no se está organizado, si no se está capacitado. Sabemos que se están dando ciertos problemas en mercado y cuando se esté produciendo todo este fruto ¿dónde se va a colocar?, ¿cómo se van a colocar?; estas son cuestiones que deben de ir de la mano para un futuro”, añadió De la O.
Los mismos beneficiarios, por otra parte, también valoran la importancia de la organización comunal. Ana Xiomara Páez, por ejemplo, considera que la organización comunal del pueblo de Cachabri, donde ella reside, ha crecido desde la llegada del proyecto.
“Estar organizados nos ha permitido hacer cosas nuevas. Por ejemplo, encontrarnos más, porque antes vivíamos cada quien en su casa estábamos allá metidos y nadie llegaba donde el otro. En cambio ahora estamos unidos y cualquier cosa nos entendemos aquí con nuestro coordinador don Hildebrando.”, explicó.
Según Marcos Rodríguez, la siguiente etapa del proyecto es formar una especie de consejo integrado por los promotores del proyecto en la zona con el fin de discutir ciertos temas, como por ejemplo el de la colocación de los productos, y pensarlos en conjunto. De igual manera, esto les permitirá a los miembros del proyecto dar una mejor solución a los problemas que surgen en el día a día.
“Mi gran ilusión sería ver el nacimiento de un órgano que promueva la autogestión comunal, pero eso está aun por verse”, agregó Rodríguez.
BANANO ORGÁNICO
El cultivo de banano orgánico en Costa Rica ha crecido en los últimos años y en la actualidad alcanza las 3.587 hectáreas.
A diferencia de los cultivos tradicionales de banano, en los que se siembran hasta 3000 plantas por hectárea. Las plantaciones de banano orgánico tienen una densidad de 600 plantas por hectárea. Esto permite preservar los árboles que ya existían en la parcela o sembrar otros para reforestar, y vender un porcentaje que brinde ganancias, si es necesario, pero contando siempre con cobertura boscosa en la finca.
Además, se puede combinar con otros cultivos para dar mayor diversidad a las posibilidades económicas del productor. Esa forma de cultivo permite un menor desgaste del subsuelo y sirve como corredor biológico.
Fuente: Reportaje elaborado por la periodista Denia Pereira, en Octubre del 2005.