Iglesia Luterana Costarricense

una iglesia sin paredes.

Cartas de Sur a Sur.

Como es ya tradición en las oficinas centrales de ILCO, cada primer Martes del mes se realiza un devocional, el cual es un espacio para celebrar una liturgia conjunta que gira alrededor de las actividades de la comisión organizadora y en esta ocasión correspondió a Migrantes.

En el mundo de la Biblia, y la historia de la humanidad, se conoce el deber o ley de la hospitalidad hacia el forastero, como un aspecto fundamental de la vida y cultura de los pueblos semitas y mediterráneos. Distintas historias encontramos sobre los beduinos del desierto y los pueblos nómadas, los hebreos, los griegos y los romanos, que confirman éstas costumbres hospitalarias. Ateniéndose a razones humanitarias y al motivo religioso del temor de los dioses, en el mundo griego y romano se practica la hospitalidad y puede entenderse como una virtud social y religiosa. Pero también la migración era una necesidad para la sobrevivencia.

Geraldina Álvarez de la Comisión de Migrantes nos dice que:

“En el mundo de la Biblia y la historia de la Humanidad se conoce el deber o ley de la hospitalidad hacia el forastero, como un aspecto fundamental de la vida y la cultura. En el mundo antiguo se practica la hospitalidad y puede entenderse como una actitud social y religiosa. Pero también la migración era una necesidad para la sobrevivencia”.

Si nos vamos al Nuevo Testamento, cuando interpretamos la práctica de Jesús, y su identificación plena con los y las pobres, excluidos y forasteros. Tenemos más razones para hacer un compromiso con la situación que viven las poblaciones migrantes en Costa Rica.

El evangelio de Mateo consolida y culmina el mandato del amor al migrante y en el capitulo 25, 35 nos dice:

“Pues tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, anduve como forastero y me dieron alojamiento”

El propósito de este devocional era que cada uno, cada una pueda llevar en sus corazones esa ley antigua arraigada, confirmada en Jesús nuestro compañera de camino, también migrante en Egipto durante su niñez, e itinerante en Palestina, en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestro diario caminar.

Esperamos que este tiempo en comunidad, nos haya servido a todos y todas, a ustedes y a nosotras, para abrir un poco más nuestras mentes hacia un universo de posibilidades. Que estos espacios se sigan dando, espacios de construcción de conocimiento en conjunto y en constante renovación.

Como gesto litúrgico y de identificación, se repartió un pasaporte entre los participantes, invitándoseles a pasar al frente y colocarlo sobre el mapa de Centroamérica, en reflexión por las personas que necesitan de un documento que les permita una vida digna y justa.

“Bienaventurados y bienaventuradas, el obrero, la estudiante, el anciano, la indígena, el campesino, la que busca refugio, el discapacitado, la que defiende el derecho de las causas y aquellos y aquellas que están en la indigencia y desigualdad social, porque al final del sistema que les oprime serán los primeros y las primeras en recibir la justicia del altísimo”.

Autor: Geraldina Álvarez. Migrantes

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