Iglesia Luterana Costarricense

una iglesia sin paredes.

Un contexto campesino

Las comunidades campesinas en las que ILCO tiene presencia, se ubican en el cantón de Sarapiquí. Están habitadas mayoritariamente por ex-obreros agrícolas, migrantes costarricenses expulsados de otras regiones y migrantes nicaragüenses.


Las comunidades son El Jardín, Los Lirios y Chilamate, las cuales cuentan con un promedio comunitario de 70 familias y una población entre 350 y 500 personas, incluidos niños/as y adultos/as.

Esta región campesina se ubica al norte del país (provincia de Heredia) y se caracteriza por estar inmersa en el enclave bananero de predominio trasnacional, a la par de un proceso expansivo de la pequeña propiedad.

El problema central de estas comunidades es la inestabilidad laboral y la constante migración, debido a varios factores que se suman como la crisis en el precio del banano, la falta de crédito y sobre todo, la ausencia de parte del gobierno de políticas de desarrollo rural claras.

Sarapiquí es una tierra fértil, rica en recursos naturales que ha atraído a empresarios agropecuarios, turismo y campesinos sin tierra que desde hace años han venido dando una larga lucha por la permanencia y titulación de sus tierras.

Esta lucha ha traído como consecuencia durante muchos años detenciones, represión y desalojo por parte de la policía y guardias privadas contratadas por finqueros que les ven como una amenaza. Estas luchas exigieron una gran cantidad de litigios entre precaristas y finqueros y entre pioneros y nuevos precaristas, en torno a la legalización de la tierra. La tenencia de la tierra es de minifundio, de 1 a 5 hectáreas por familia, existiendo posesión también de pequeños lotes.

La producción es incipiente y predominan el cultivo de tubérculos, el plátano y la ganadería. Los servicios públicos son precarios: agua potable, salud, caminos, escuelas, electricidad y transporte público. Faltan fuentes de trabajo alternativo al de las labores agrícolas, es escaso el desarrollo de la consecución de mercados para canalizar la producción en pequeña escala.

Existe también un deterioro ecológico evidente como producto del cultivo del banano debido al uso de tóxicos que contaminan el aire y los ríos, constituyéndose en una amenaza pública a personas, fauna y flora del territorio. También continúa la deforestación, dadas las iniciativas de finqueros que se incorporan a la producción agrícola y ganadera talando área boscosa. Por su parte la acción estatal se caracteriza por el insuficiente apoyo al desarrollo del sector campesino minifundista con opciones crediticias accesibles y asistencia técnica.

La diversa composición de la población en cuanto a su origen (migrantes internos y nicaragüenses) establece un desafío cultural en cuanto a cohesión de las comunidades y la construcción de identidad.

Las tendencias de intervención actuales en este contexto son:

  • Continuar el apoyo a procesos de lucha autónomos por la legalización de las tierras, para lo cual se propone reforzar la formación de agentes multiplicadores con capacidad de desarrollar acciones de defensa de derechos en su entorno comunal.
  • Continuar fomentando la participación de las mujeres hacia lo organizativo y lo productivo.
  • Promover la integración de nicaragüenses y nacionales mediante la valoración de la cultura y el respeto a la diversidad.
  • Desarrollar procesos socioeducativos y recreativos con población infantil para la defensa y protección de derechos, dado que en torno de las necesidades de niños y niñas los pobladores muestran voluntad de movilizar esfuerzos.

 

 

 

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